El encanto del buen promedio

La ceremonia tuvo un razonable nivel y sirvió para refrescar películas y nombres

1. EVA HACHE Y LA GALA

Lenny Bruce sólo ha habido uno, pero Eva Hache salió más que airosa de la Gala. Frente a anteriores -y resultones- presentadores, Eva Hache optó por no sobredimensionar su protagonismo. Practicó un humor inteligente sin exacerbar su perfil particular, al servicio del conjunto. La Gala tuvo un par o tres de picos de vistosidad, pero lo que se impuso fue un razonable y, si se quiere, modesto y lubricado promedio de entretenimiento y fluidez.

2. EL TOQUE AMERICANO

Junto al punzante y afortunado monólogo de Santiago Segura, los números musicales fueron momentos álgidos para el espectáculo. Tanto la primera canción, coreografiada, como el rap liderado por El Langui marcaron la deseable parte de show de una ceremonia que jamás podrá esquivar la silueta relativamente plana de la sucesiva entrega de casi 30 premios. Aquí, y en Los Ángeles. Mi reproche: si el cine norteamericano nos coloniza -¡y vaya que sí!-, ¿por qué recurrir a la cultura musical norteamericana y no a la autóctona: copla, revista, flamenco, zarzuela…?

3. ENRIQUE URBIZU, POR FIN

A Enrique Urbizu le ha llegado la notoriedad a la que era acreedor hace muchos años. Y no con su mejor película. La caja 507 (2002) y La vida mancha (2003) son superiores a la apreciable No habrá paz para los malvados. Pero bien está lo que bien acaba (y continúa, espero). Han tenido que pasar 20 años -y tiempos muertos- para que Urbizu, surgido a fines de los 80 dentro de una significativa oleada de directores vascos, tuviera el premio que se merecía. Es un gran técnico, tiene punto de vista sobre el individuo y la sociedad, es buen escritor -con su coguionista, Michel Gaztambide- y, como pocos directores actuales, conoce el cine clásico y es capaz de mantener un discurso fundamentado y especulativo sobre las películas (no digan pelis, por favor).

4. 'BLACKTHORN' Y 'EVA'

Son dos de las mejores películas españolas del año, pero el público no entró a verlas. No es que no gustaran, sino que los espectadores -como diría Fernando Fernán-Gómez- no entraron a verlas. Paseadas y mostradas en la Gala por sus abundantes nominaciones, son las películas que piden a gritos una segunda oportunidad. Un western (Blackthorn, de Mateo Gil) y una película de robots (Eva, de Kike Maíllo), que hablan de la diversidad de registros del cine español y, en el segundo caso, de la sostenida pujanza del cine hecho en Cataluña y de su Escuela de Cine (ESCAC).

5. LA DIRECTORA GENERAL

Susana de la Sierra, directora general del ICAA, estuvo, al parecer, en la Gala. Pasó desapercibida. El ministro Wert y el secretario de Estado Lasalle dan la cara y llevan la voz cantante. ¿No es hora ya de que Susana de la Sierra -y otros nombrados directores generales del ministerio- digan algo, y conozcamos sus rostros y sus ideas y aprendamos sus nombres?

6. PEDRO ALMODÓVAR

Almodóvar sabe -y deberíamos saber todos- que las 16 nominaciones para La piel que habito son un reconocimiento sobrado de los académicos hacia su película. El acopio final de goyas (cuatro) está sometido a otras circunstancias, pero no es una derrota. Almodóvar se portó bien haciendo lo normal: acudir a la Gala, a estar con sus compañeros. Puede que le doliera no llevarse el premio al Mejor Guión Adaptado, que fue a parar con sorpresa a Arrugas, de Ignacio Ferreras, demostración del buen momento del cómic (Paco Roca) y del cine de animación españoles. Anagrama ha publicado el guión de La piel que habito, muy literario y bien escrito, con unos excelentes y extensos comentarios finales de Pedro Almodóvar.

7. JUAN RUIZ ANCHÍA

La Gala podría servir para que el público -más allá de los famosos- retuviera los nombres de algunos profesionales de enorme talento, mezclados en el anonimato de esa creación colectiva que es el cine. Se les suele llamar impropiamente «técnicos», pero son artistas. Es el caso del bilbaíno Juan Ruiz Anchía, ganador del Goya a la Mejor Fotografía por la crepuscular Blackthorn. Ruiz Anchía lleva décadas trabajando en Estados Unidos con algunos de los mejores o, incluso, más exitosos directores: David Mamet (Casa de juegos, Las cosas cambian), pero también desde Mike Figgis a Joel Schumacher, pasando por James Foley (Glengarry Glen Ross). Ruiz Anchía ya había ganado un Goya, en 1999, por Mararía, de Antonio Betancor.

8. COSAS QUE SE PUEDEN DECIR

En una Gala que vuelve a visualizar el implacable cambio generacional y la presencia de las camadas actorales televisivas, algunos veteranos se expresan con sustancia. El presidente de la Academia, Enrique González-Macho, salió bien parado de su primera ceremonia y del discurso por primera vez compartido con sus vicepresidentas. Dijo: «El cine español no es un género, sino una amalgama». Es plural y variado. Bien. El productor Gerardo Herrero (Un cuento chino) dijo: «Sin una televisión pública de calidad, este país será de segunda división». Y, lejos de los mítines continuados, lo que no se puede estar es en tensión, con el lápiz rojo (¡je!), a ver a quién se tacha por, como Isabel Coixet, expresar brevemente una postura política. Somos libres, creo, en todo lugar y -con tono y medida- a toda hora.